BIOMIMESIS Y BIOARQUITECTURA I

Publicado el 16 de septiembre de 2024, 8:00

En los últimos años, hemos evolucionado en nuestra percepción de las disciplinas, pasando de considerarlas entidades aisladas a comprender la riqueza que surge de la colaboración interdisciplinaria. Este enfoque ha promovido una visión más holística, donde se entrelazan diversas problemáticas y se forja un pensamiento colectivo.

El diálogo entre la arquitectura y las ciencias biológicas se ha fortalecido en el siglo XXI, impulsado por la necesidad de abordar desafíos como el cambio climático, la gestión eficiente de recursos y las preocupaciones ambientales. Estas cuestiones, cada vez más urgentes, nos instan a buscar soluciones innovadoras. Sin embargo en este proyecto no nos centraremos en la parte ecologista sino en la parte conceptual en que establecemos las tres relaciones esenciales a partir de las cuales la arquitectura se entrelaza con la naturaleza: la biomímesis, la bioarquitectura y el uso de la naturaleza como fuente de recursos en la práctica arquitectónica.

Fragmento extraido del libro Bioarquitectura. En busca de un espacio, de Javier Senosiain (Pg. 77)

La biomímesis, como define Janine Benyus, "consiste en imitar la naturaleza para resolver problemas humanos" (Benyus, 1997). En este sentido, la biomímesis puede ser vista como un enfoque que busca aprender de la naturaleza y aplicar sus principios y procesos en el diseño humano. Al imitar la naturaleza, los diseñadores y arquitectos pueden crear soluciones innovadoras -además de sostenibles- que se adapten a las necesidades humanas. La biomímesis además de tener un enfoque práctico, -considero- tiene un gran interés desde un punto de vista relacional con respecto a la forma. Para nosotros, no entendidos de la física que entra en juego a la hora de comprender la importancia de estas estructuras, se genera un potente flujo de imágenes en que se relacionan las formas más allá de la función.

Dentro de este campo, trabajaremos específicamente con cuatro estructuras ligeras: Red de cables, neumáticas, cascarones y geodésicas.

La naturaleza ha sido una fuente inagotable de inspiración para diseñadores y arquitectos, permitiendo la creación de edificaciones que se integren armoniosamente con su entorno. La influencia de la naturaleza en el diseño arquitectónico puede ser vista como un proceso de evolución, donde los diseñadores y arquitectos buscan aprender de la naturaleza y aplicar sus principios y procesos en el diseño humano.
Al imitar las formas y procesos naturales, los diseñadores y arquitectos pueden crear estructuras que se integren armoniosamente con su entorno. La influencia de la naturaleza en el diseño arquitectónico es un tema que ha sido abordado por autores como Michael Pawlyn, quien destaca cómo las formas orgánicas de la naturaleza han sido una fuente de inspiración para diseñadores y arquitectos, permitiendo la creación de estructuras que se integren con el entorno, imitando las formas y procesos naturales con fines -además de entre otros- estéticos.

Con los avances tecnológicos y las investigaciones en el ámbito natural, a finales del siglo XX, se logró construir estructuras ligeras basadas en los mismos principios que rigen el universo. 

Un hito significativo en este campo ha sido el desarrollo de estructuras livianas que imitan los principios constructivos y estructurales presentes en la naturaleza, tomando como referencia huesos, caparazones de animales, organismos vivos y pieles.

 

 

En sus inicios, la arquitectura imitaba de manera superficial las estructuras naturales, pero en la actualidad se profundiza en el estudio de las estructuras portantes de estos modelos para diseñar de manera más integral -nosotros nos centraremos en la parte superficial, pero atendiendo a las imágenes que han surgido a partir de estos estudios-. Este enfoque permite desarrollar una arquitectura que no solo imita visualmente, sino que también se basa en la observación y comprensión de las estructuras portantes naturales, abriendo nuevas posibilidades para la creación de espacios innovadores y funcionales para la humanidad.

 

Así, la arquitectura biomimética implica el estudio de las formas, procesos y sistemas presentes en la naturaleza para aplicarlos en el diseño de edificios. Este enfoque busca crear edificaciones más sostenibles, eficientes y resilientes al imitar las estrategias del mundo natural. Por ejemplo, un edificio diseñado con este enfoque podría incorporar sistemas de refrigeración pasiva inspirados en los montículos de termitas o paneles solares que imitan la estructura de las hojas.

Por otro lado, la arquitectura orgánica se centra en la integración del edificio en su entorno y en el uso de elementos, formas y materiales naturales. Su objetivo es crear estructuras que armonicen con su entorno y se fusionen con el paisaje circundante. Este enfoque se refleja en la obra del arquitecto Frank Lloyd Wright, quien abogaba por edificaciones que complementaran y mejoraran su entorno natural. A pesar de que la arquitectura biomimética y orgánica comparten una base en los procesos naturales, sus objetivos y enfoques difieren en la manera en que se relacionan con el entorno y buscan integrarse con la naturaleza.

Las estructuras orgánicas, las formas fluidas y las geometrías complejas presentes en el mundo natural se convierten en un punto de partida. La armonía visual y la cohesión estética que se logra al integrar nuestras estructuras con el entorno natural también desempeñan un papel crucial en esta búsqueda. Evitar la disonancia visual que puede surgir de estructuras que contrastan bruscamente con su entorno nos permite crear espacios que transmiten una sensación de equilibrio evitando rupturas.

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